A pesar de remontar sus orígenes a más de 400 años, la universidad mexicana en su concepción actual es una institución relativamente joven y, por lo mismo, aún sujeta a un proceso de consolidación no exento de complicaciones y desafíos. Este fenómeno de maduración de la educación superior mexicana se da además en un contexto global tumultuoso y también sujeto a un rápido e impredecible cambio del que no son inmunes las universidades, y en el que estas se ven forzadas a adaptarse sobre la marcha y no siempre de manera ordenada.Es en este escenario en el que en años recientes ha surgido el tema de la internacionalización como un nuevo paradigma alrededor del cual las instituciones de educación superior (IES) a nivel global empiezan a gravitar, llevándolas –en grados diversos de avance– a adoptar una dimensión internacional en su quehacer cotidiano. Cada IES pone en marcha la internacionalización de formas variadas: hay aquellas instituciones que privilegian lo internacional por la vía de la firma de convenios con pares extranjeros (lo cual frecuentemente queda confinado a un encabezado periodístico); otras más adoptan procesos integrales de internacionalización que abarcan en su totalidad las funciones de docencia, investigación, difusión de la cultura y servicio a la comunidad.