Durante más de treinta años Niki Marangou bordó la literatura griega con sus delicados primores, retratando instantes fugaces como lo habría hecho con sus pinceles y sus acuarelas, pero con palabras. En su poesía, Niki no busca el preciosismo del lenguaje, sino la captura del momento. De ese momento que pasa. Atrapa “las palabras que dicta en su fluir el tiempo en vuelo”. Hace instantáneas. Pinta acuarelas.